Texto descriptivo, narrativo y argumentativo de la trilogía "Ella", "Esa mujer" y "El simulacro"

 

    

   EVA PERÓN ENTRE LA FICCIÓN LITERARIA Y LA REECONSTRUCCIÓN TELEVISIVA 

                                                       Ella, Esa mujer y El simulacro

           

  El capítulo 1 de Historia Clínica reconstruye la figura de Eva Perón desde una perspectiva médico-biográfica. Utiliza dramatizaciones de momentos clave (su relación con Perón, el diagnóstico del cáncer, la agonía y el embalsamamiento), entremezcladas con entrevistas a historiadores, médicos, psicólogos y sociólogos. El recurso visual permite humanizarla, acercar al espectador a su dolor, mientras el relato en off enmarca los hechos en una línea de tiempo precisa y contextualizada.

  En contraposición, la literatura opta por la ambigüedad y la elusión. En “Esa mujer”, Eva Perón es nombrada sólo a través del pronombre “esa”, lo cual convierte al cadáver en símbolo del poder desaparecido, del secreto que no debe revelarse. “Ella” de Onetti no la nombra nunca, pero recrea su culto fúnebre y la reacción desmesurada del pueblo. Finalmente, en “El simulacro”, Borges la reemplaza por una muñeca rubia dentro de una caja, marcando la artificialidad del mito que ha reemplazado a la persona real.

   El programa Historia Clínica narra los hechos desde una lógica lineal: niñez, ascenso social, poder, enfermedad, muerte y legado. Esta estructura, acompañada de testimonios y datos científicos, intenta reconstruir una verdad objetiva. El drama se intensifica con imágenes íntimas y recursos como música incidental, primeros planos de sufrimiento y silencios calculados.

   Los relatos literarios, en cambio, construyen la narración desde la incompletud y la fragmentación.

   En “Esa mujer”, un periodista busca conocer el paradero del cuerpo de Eva. El coronel que lo interroga (y que la retiene) se convierte en narrador del horror, dejando entrever su responsabilidad en el ocultamiento del cadáver. La tensión entre saber y callar estructura el relato.
“Ella” narra el deceso de una figura femenina adorada por el pueblo. La historia gira en torno a las reacciones: médicos que disecan el cuerpo, multitudes llorando, discursos oficiales, rumores. Lo narrativo está mediado por lo grotesco, lo absurdo y lo hiperbólico.
“El simulacro” describe la llegada de un hombre a un pueblo del Chaco, donde monta un falso velorio de Eva. La narración está descentrada: el foco no está en la figura sino en su representación y en la reacción de la gente. El narrador se pregunta si quien representa al viudo es un loco, un farsante o un creyente.

    Cada autor toma posición frente al poder, la memoria y la verdad, desde un aparato crítico particular.

  Walsh, como periodista y militante, escribe “Esa mujer” desde una ética de la memoria. En su “Carta abierta a la Junta Militar” sostiene que “la verdad no solo es revolucionaria, también es justicia”. El cuento expone la perversidad del Estado en su afán por ocultar el cuerpo de Eva. La figura de la mujer se convierte en emblema de la lucha por la verdad que nunca termina de revelarse.                                                                                          

  Onetti, desde su crítica al mesianismo y al populismo, representa en “Ella” una sociedad degradada por el culto a la personalidad. Su aparato crítico, plasmado en entrevistas y conferencias, expresa desconfianza hacia cualquier forma de verdad oficial. La disecación del cuerpo y el temor a su poder simbólico tras la muerte evidencian la imposibilidad de clausurar el mito.

  Borges, con su mirada escéptica y su aparato crítico literario (especialmente en “El escritor argentino y la tradición”), utiliza “El simulacro” para desmontar el mito. Para él, la figura de Eva ya es una ficción que se multiplica y degrada. La muñeca en una caja no es una burla, sino la prueba de que lo simbólico ha sustituido a la realidad, y que el simulacro es lo que queda cuando la historia pierde espesor.

  La versión televisiva en Historia Clínica se posiciona ideológicamente desde una empatía con la figura histórica, intentando una relectura humana y política. Los relatos literarios, por el contrario, eligen la vía de la alegoría, la crítica y el cuestionamiento, dejando espacios vacíos que el lector debe completar.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El precio del silencio - "La intrusa" de Jorge Luis Borges